domingo, 5 de abril de 2015

DUBLINESES. LOS MUERTOS

He vuelto a leer “Los muertos”, el último relato o novela corta que escribió James Joyce con el título genérico de “Dublineses” en 1914. Y también he vuelto a ver la adaptación cinematográfica que hizo el director John Huston (su última película) en 1987. No recuerdo qué fue primero (para mí), si el libro o la película. De lo que no me cabe duda es que, tanto en un formato como en otro, se trata de uno de los relatos que me ha dejado una huella más profunda y que seguirá acompañándome en esas revisiones que, de vez en cuando, me gusta redescubrir.

A pesar del tiempo transcurrido desde su publicación creo que “Los muertos” es, tanto en su contenido como en su estructura, un relato moderno, vanguardista, transgresor. Porque bajo su apariencia de retrato costumbrista de la sociedad dublinesa de comienzos del siglo XX, de la “parálisis cultural, mental y social del país”, según palabras del propio Joyce, se oculta una desgarradora reivindicación de la pasión y de las emociones en la existencia humana frente al transcurrir de las vidas grises, planas y arquetípicas.

Y todo ello con un planteamiento sorprendente e impecable en cuanto a su estructura narrativa. En el libro, de sus 276 páginas dedica 267 a la introducción de la historia, 7 al nudo o historia principal y 2 al desenlace y conclusión final. Casi nada. Y en la adaptación de Huston, muy fiel a su base literaria, ocurre algo parecido.  

Esta frase de la penúltima página resume e ilustra la sensibilidad de esta obra: “Uno a uno todos nos convertiremos en sombras. Es mejor pasar a ese otro mundo impúdicamente en la plena euforia de una pasión que irse apagando y marchitando tristemente con la edad”. A veces siete páginas son suficientes para contar una historia de amor extraordinaria, dos páginas son suficientes para transmitir un desconsuelo desgarrador. Y unas pocas líneas de una dedicatoria son suficientes para sentirse muy afortunado.

NOTA: El siguiente vídeo corresponde a la escena final de la película (por aquello del “spoiler”, destripe o destape de la trama). El doblaje no es de los mejores, pero las versiones originales que he encontrado iban acompañadas de unos subtítulos lamentables.  


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